En La Vieja Cigarra, cada rincón cuenta una historia. Nuestro cortijo para bodas en Córdoba no solo es un espacio para eventos, sino un lugar lleno de tradición y significado. Desde sus inicios, este cortijo ha sido testigo de momentos inolvidables, y ahora queremos compartir su encanto contigo.
Cortijo para bodas en Córdoba
Un poco de Nuestra Historia
La finca original fue adquirida por el torero Rafael Guerra «Guerrita» de los testamentarios de la Marquesa de Guadalcázar a finales del siglo XIX. Este dato se reseña en uno de los anales del semanario taurino «Sol y Sombra», año II, número 60 de 1898, en Madrid. Según esta fuente, el torero cordobés dedicó gran parte importante de su tiempo en estos terrenos a su afición favorita: «correr liebres».
Famosa por su dueño Rafael Guerra, segundo Califa del toreo cordobés, la finca también era conocida por su magnífico palomar, de original diseño y singular belleza. Estas tierras permanecieron en su poder hasta su muerte, el 21 de febrero de 1941. Posteriormente, la propiedad fue gestionada por sus herederos hasta que el Círculo Taurino de Córdoba adquirió el terreno a mediados de los años 70 para instalar la Escuela Taurina Manuel Benítez «El Cordobés». En este período se construyó una plaza de toros cuyo perímetro replicaba el del Coso de los Califas de Córdoba, sirviendo como cantera de muchos toreros cordobeses hasta mediados de los años 90.
En los años 80, la finca fue adquirida por la familia Granados Ruiz, quienes transformaron la finca en uno de los mejores Cortijo para bodas en Córdoba, con cada espacio pensado para celebraciones y cambiando su nombre al actual: La Vieja Cigarra.
Lifestyle
Cada celebración en La Vieja Cigarra es más que un evento; es parte de mi vida y mi conexión con este lugar.
Aquí llegué con apenas ocho años de la mano de mis padres y tiempo después recojo el fruto de cada árbol plantado y cada sonrisa vivida.
La Vieja Cigarra es para mí mucho más que un lugar de celebraciones; es un estilo de vida. Es el sonido de las chicharras en verano, el olor a leña quemada en invierno.
Hoy, sus rincones me nutren de recuerdos, y sigo emocionándome cada vez que veo una mariposa blanca. Lo más preciado que tengo es la paz que aquí se respira.
En cada boda, cada evento, trato de transmitir esa misma esencia, esa sensación de tranquilidad y amor que este lugar me ha regalado a lo largo de los años. La Vieja Cigarra es un espacio donde se entrelazan emociones, historias y un respeto profundo por la naturaleza
Julia